#Especiales | Este 2 de febrero recordamos la historia de un tamalero que atemorizó a Morelia y conmocionó a todo México.
Morelia, Michoacán a 2 de febrero de 2023.- La noche del 22 de abril de 2004, Agentes policiales encontraron carne humana en plena cocción dentro de dos ollas vaporeras en una casa arrendada por un vendedor ambulante de comida, junto a varios kilos de masa para preparar tamales, así como salsas, atole y dos puestos para salir a vender.
Tras un reporte al 911 por parte de una llamada anónima, se encontró en una casa rentada por el tamalero, carne humana en plena cocción, en cinco ollas. "Sólo encontramos el tronco y la cabeza", dieron a conocer las autoridades.
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El hombre solía vender tamales frente al Hospital Civil de Morelia. Cuando fue detenido afirmó que descuartizó a un compañero de parranda después de una pelea y que cocinó su carne para "dársela a las ratas".
LOS HECHOS
Hábil desde joven en el manejo de cuchillos, Carlos Constantino Machuca, "El Tamalero", dice arrepentirse de haber cometido uno de los crímenes más atroces al destazar a su amigo para luego cocer la carne supuestamente para prepararlo en tamales.
Desde una celda provisional en Morelia, asegura una y otra vez que la carne la iba a arrojar por el drenaje para que se la comieran las ratas.
Sin sobresaltos, narra cómo mató a José Rigoberto Zavala Lara, de 61 años de edad, un vendedor ambulante, casado y con seis hijos.
200 tamales listos para la venta
La policía encontró 200 tamales listos para la venta en la casa, de inmediato estos fueron sometidos a pruebas de laboratorio para determinar qué clase de carne se utilizó en su elaboración.
Le faltaron ollas
"El tamalero", de 56 años, confesó que no alcanzó a cocer todo el cuerpo de la víctima porque le faltaron ollas.
Cuando el hombre fue interrogado afirmó que aquellos 200 tamales no eran de humano, sino de pollo y sobre el sujeto asesinado mencionó que lo mató tras una riña.
"Lo maté porque siempre me había molestado. Decía que él era más fuerte que yo y ayer discutimos bajo el influjo del alcohol. Incluso me pegó unas cachetadas y eso me hizo perder la cabeza, por eso agarré un cuchillo y le propiné cuatro heridas de muerte", confesó.
Tras matar al hombre, El Tamalero no supo qué hacer con el cuerpo, por lo que decidió cocinarlo para posteriormente dárselo a las ratas.
"A los perros también les di unos huesos, pero no les gustaron", afirmó.
La policía encontró abierta la puerta de la casa del tamalero quien vendía su producto principalmente a las puertas de los hospitales Civil e Infantil, por lo que entró al inmueble sin mayor problema, pero para ingresar al patio tuvo que sacrificar a balazos a los dos perros que tenía el acusado, porque estaban muy bravos. Horas después, a los cuerpos de los animales también se les realizó la necropsia, a fin de determinar si consumieron carne humana.
El inculpado fue detenido también de una manera extraña, en virtud de que cuando la Policía Ministerial y los peritos realizaban su trabajo y los preventivos resguardaban el lugar, él se encontraba entre los mirones, como cualquier otro curioso, hasta que alguien gritó: ¡Ése es el tamalero! ¡Ahí está el asesino!, y entonces las autoridades procedieron a arrestarlo.
Dice arrepentirse de haber cometido uno de los crímenes más atroces al destazar a su propio amigo para luego cocer la carne.
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